No se trata de un mito, existe tanto en mujeres y como en hombres.
El sexo
ofrece tantas alternativas como personas hay en el mundo, lo único que
se debe hacer es explorar tanto el propio cuerpo como el del otro. La
exploración hará encontrar puntos de excitación más allá del clítoris y del pene.
El
punto G forma parte de la anatomía de toda mujer. Es un tejido que se
encuentra en la pared frontal de la vagina, a aproximadamente cinco
centímetros de su entrada. Es muy sensible porque está rodeado de
terminaciones nerviosas. La mejor manera de estimularlo es explorarlo y
tocarlo, o tener una penetración por detrás durante el acto sexual.
Para
encontrarlo hay que poner el dedo en la vagina y con éste apuntar hacia
el abdomen, moviéndolo como si se dijera “ven acá”. Su tamaño es,
aproximadamente, como el de una moneda mediana, aunque su localización y
dimensión pueden variar en cada mujer.
Algunas pueden llegar al
orgasmo con esta estimulación y, a consecuencia, eyacular un líquido
blanco o transparente. Claro que no les acontece a todas, depende de
cada una, a algunas les puede molestar (cada persona es diferente) y a
otras, por el contrario, causar un mayor placer. En cualquiera de los
dos casos no hay nada de malo.
Sin embargo, descubrir el punto G
no es una tarea fácil, por lo que algunas mujeres llegan a creer que no
lo poseen. Aquellas que sí lo han encontrado, dicen disfrutar mucho la
posición de “perrito” durante el acto sexual, ya que le permite al pene
un mejor acceso a la pared del frente de la vagina. Una presión firme,
un ritmo rápido y mucha fricción, facilitarán el logro del orgasmo.
Cuando se comienza a estimular este punto, varias mujeres tienen una
sensación parecida al deseo de orinar.
En el caso de los hombres,
en años recientes se ha descubierto que éstos también poseen este punto,
el cual también resulta de extrema sensibilidad -si se sabe explorar-, y
puede desencadenar en orgasmos más placenteros. No obstante, muchos
hombres no quieren descubrir este punto porque lo consideran
antihigiénico; aunque también porque creen que con esta búsqueda pierden
su masculinidad. La realidad es que este acto no tiene nada que ver con
ser homosexual, lo cual implica otras cosas que van más allá de una
elección sexual.
Para ser más claros: este punto se trata de la próstata,
una glándula que genera el líquido seminal que transporta a los
espermatozoides. Para llevar a cabo esta búsqueda, es preciso tener en
cuenta los siguientes consejos: evitar molestias o heridas teniendo las
uñas bien cortas, usar guantes de látex o un preservativo para una mayor
protección, aplicar en el dedo -antes de introducirlo- un lubricante a
base de agua, tocar suavemente la parte externa del ano, haciendo
círculos.
Para descubrir nuevas formas de placer hay que
contemplar el cuerpo de la pareja a través de caricias, besos y abrazos
en el momento de la relación sexual. Por lo que resulta conveniente el
diálogo, para así saber qué le gusta al otro y qué no. Una de las
maneras para llegar al orgasmo (culminación del placer sexual) es la
estimulación erógena. Los sexólogos dicen que las áreas que provocan más
excitación en la mujer son: la boca -a través de los besos, suaves o
apasionados-, el lóbulo de la oreja, el cuello, los senos y el área
alrededor del ombligo. Y para culminar, el punto máximo femenino es el
clítoris, donde la sensibilidad y el placer se unen. Además, por
supuesto, del famoso punto G.
En el caso del hombre, la
estimulación de sus genitales les provoca una excitación inmediata. Pero
también tiene otros puntos débiles como: los hombros, la espalda, el
pecho y los pezones.
Lo único que hay que hacer es probar, siempre y
cuando ambos estén de acuerdo.
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